Empezamos el día a las 10:00 horas, siendo el
Excmo. y Rvdmo. D. Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, quien nos hizo
reflexionar sobre la pregunta de este encuentro “¿Dónde está tu hermano?”.
Para entrar en el Reino de Dios es necesario
reconocerse Pobre con los Pobres. Actitudes: silencio, desprendimiento,
servicio.
Las tres mayores enfermedades de la sociedad
occidental (las tres “D”):
·
Desdibujamiento: no hay dibujos del hombre, pero los cristianos
sabemos quien es el hombre “Jesús es el hombre”.
·
Desencanto: un discípulo de Jesús no puede perder la esperanza.
·
Desorientación: el misionero tiene una meta, dará muchas vueltas pero
sabe donde tiene que ir.
No vayáis con muchas maletas, llevar vuestra
vida, no tengáis la tentación de guardarla sino de darla.
Los jóvenes están desorientados porque no
conocen a Dios, hay que ser criaturas amorosas: respeto absoluto al otro y
regalar mi amor.
Después de un pequeño receso en el cual
compartimos nuestra experiencia de fe con los compañeros del resto de las diócesis,
fueron Javier Alonso y Pepe Cabanach, a través de sus viajes y documentales,
los que nos hicieron reflexionar: “¿qué es lo que lleva en el interior del
corazón un misionero?”.
Occidente es la excepción de lo que pasa en
el resto del Mundo.
Desde el momento que tengo al Señor dentro ya
estoy curado.
Quien educa por dentro y hace crecer es el
Señor.
Tu eres libre desde que conoces a Jesús.
El misionero tiene una entrega sin reservas,
ya que la reserva es el gran obstáculo para el logro de la felicidad.
La pobreza se cura con dinero, el hambre con
pan, pero en el mundo actual hay pobrezas no materiales (soledad, depresión,
sufrimiento, …) que solo se curan en el encuentro con tu hermano.
Por la tarde, en el Cottolengo del Padre
Alegre, fuimos participes de la labor silenciosa por parte de las Hermanas
Servidoras de Jesús.
Hemos conocido y compartido durante unas
horas el servicio de acogida y acompañamiento a personas enfermas y
discapacitadas a través del testimonio y experiencia de las hermanas.
Hemos concluido el día con una eucaristía y
cena.
Nos despertamos el domingo con la oración de
Laudes en la capilla de la residencia.
Del testimonio de la Hermana Paciencia Melgar
(que quién es ella??? buscar en internet), cuánto se puede destacar; tomemos
tres frases:
El ébola no mata, el ébola te aísla; si
muero, muero por la soledad.
Nosotros no podemos poner fronteras a nuestro
corazón.
En el Mundo hay una enfermedad que nos mata:
la indiferencia.
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