miércoles, 30 de julio de 2014

DÍA 6: ANCÓN, DIÓCESIS DE CARABAYLLO.

Miércoles, 30 de julio. Hoy nos despedimos de las hermanas de San Miguel por unos días pues vamos a visitar a un sacerdote valenciano que vive en Ancón (Diocesis de Carabayllo), el Padre Vicente Fons. Salimos de la capital en un ómnibus hacia Ancón, no está lejos pero hay paradas constantemente lo que alarga el viaje. Al llegar a Ancón, nos acercamos hasta la Parroquia de Santa Rosa del Mar donde nos acogen Ronald, responsable de la administración de los colegios parroquiales, y el Padre Vicente. Este último es amigo del Padre Pedro, sacerdote alicantino, a quien visitamos a instancias de nuestro Obispo, D. Jesús, hace dos años, en el primer viaje a Perú.  Conversamos con ellos sobre nuestro viaje y proyecto misionero, explicándoles que la nueva situación en Huachipa nos ha obligado a modificar, en parte, nuestro itinerario en Perú. Vicente nos habla de su vocación sacerdotal, de sus viajes previos a Perú y de la decisión de venir por más tiempo a este país. Dialogamos sobre la situación de la diócesis y, en especial, sobre las invasiones de terreno que se han producido en los últimos años en la zona y que dan forma a lo que es hoy Ancón. Las invasiones de terreno tenían en sus comienzos un carácter solidario, se invadía terreno del Estado por parte de pobladores de la Sierra o del interior del país que se acercaban a la capital en búsqueda de un futuro mejor (la mayoría suele trabajar en los puestos ambulantes anexos a la Panamericana). Actualmente ha perdido ese sentido y se ha convertido en algo puramente lucrativo. Existen mafias que controlan los asentamientos. Se invade un terreno nuevo, se valla, se divide en lotes, donde hay espacio para una casa de unos quince metros cuadrados escasos (sin luz ni agua), y se busca moradores de entre otros asentamientos controlados por otras mafias. Se les ofrece la parcela a un precio barato (150 soles, unos 50 euros) y se les exige que vivan allí so pena de perder la "vivienda". Esto suele provocar conflictos entre las mafias, que contratan matones para expulsar o amenazar a las familias o incluso disputarse los lotes a balazos, como nos decía el Padre Vicente. La Iglesia, consciente de esas carencias, procura estar presente, en este caso, mediante capillas precarias, que con el tiempo y la ayuda de distintas instituciones y las comunidades, se convierten en Iglesias; y mediante la creación de colegios parroquiales con el objetivo de detener el abandono escolar a edades tempranas por la falta de medios para desplazarse a otras localidades cercanas para estudiar. Así han surgido varios colegios parroquiales en los alrededores. En ocasiones, los mismos pobladores le piden a la Iglesia que se encargue de llevarlos adelante pues confían en la constancia de los sacerdotes y su austeridad, frente a la corrupción que, a veces, encuentran en otras instituciones. Después de comer, hemos tenido la oportunidad de visitar estos poblados y sus colegios. En particular nos ha llamado la atención el Colegio Parroquial Santo Tomás de Valencia, en el sector Adeses (terreno cercano a un campamento militar), del distrito de Santa Rosa (diócesis de Carabayllo). Se trata de una institución educativa que se creó en 2011 para atender a 75 alumnos del poblado y que cubre una superficie de más de 20.000 metros cuadrados. Gracias a diversos donativos se pudo levantar el muro que delimita el centro (27.000 €) y las aulas actuales así como la capilla. En los próximos cursos se quiere acometer la construcción de nuevas aulas (7.000 soles de coste, unos 2.300 € por aula) para los últimos cursos de Secundaria, y si fuera posible, mejorar las instalaciones actuales con hormigón, etc. Para ello, suelen contar con el apoyo de las familias. El colegio suele poner los materiales y las familias la mano de obra, por ejemplo, para pintar o adecentar el terreno periódicamente. Actualmente hay unos 375 alumnos desde Infantil hasta 3o de Secundaria (en Perú se estudia hasta 5o de Secundaria y, de ahí, se pasa a la Universidad o los ciclos formativos; es decir, hay un año menos de Secundaria). Sus familias viven precariamente y no siempre sus necesidades más básicas están cubiertas. El padre Vicente nos ha contado que normalmente reciben voluntarios que vienen a colaborar con este colegio, bien trabajando como profesores auxiliares voluntarios, o bien, dando formación concreta al profesorado local. Incluso hemos dialogado sobre la posibilidad de plantear esta alternativa para el Proyecto de cara a futuras experiencias misioneras. Por último, nos hemos acercado a visitar la casa de las Hermanas de la Cruz de Chavanod, donde viven las hermanas: Luz (Perú) y Rosa (India); que pertenecen a esta congregación religiosa fundada en Francia hace más de 175 años. Allí ofrecen su casa para retiros espirituales además de como albergue para alumnos de familias desestructuradas, que viven y estudian allí durante la semana. Con ellas nos alojaremos y conviviremos estas tres noches para conocer su atención pastoral en el pueblo de Ancón: policlínico y actividades educativas, etc. ¡Hasta pronto, o hasta que contemos con Wi-Fi nuevamente! ¡Paz y bien!

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