Sábado, 9 de agosto de 2014. Después de descansar de nuestras vacaciones por Cusco, nos levantábamos para organizar las mochilas y visitar la Casa de la Esperanza, Hogar del Emigrante de la diócesis del Callao. Es la casa de acogida que abrió la Pastoral Penitenciaria de esta diócesis para dar respuesta a una necesidad concreta que se presentó: dar acogida, fundamentalmente, a los internos extranjeros del Centro Penitenciario "Sarita Colonia" cuando obtenían la libertad condicional o la libertad definitiva. A día de hoy han pasado por la casa más de 900 personas, la mayoría de nacionalidad española; si bien, hoy, había personas de Escocia, Portugal, Holanda, Brasil y Perú. La casa siempre ha acogido a aquellas personas que lo necesitaran. Es por que incluso desde ACNUR se han puesto en contacto con ellas para acoger a refugiados políticos que no tenían dónde ir o a enfermos de tuberculosis que nadie atiende... La finalidad de la Pastoral Penitenciaria del Callao es evangelizar y contribuir a mejorar las condiciones de vida de los internos en el Penal de Callao, en lo material, espiritual y familiar, para ayudarles y acompañarles en su progreso de cambio, reinserción e integración en la sociedad. En la Pastoral Penitenciaria trabajan la Hermana Meche, María Esther, Rosa y otros más de treinta agentes de Pastoral Penitenciaria; asesorados y acompañados por un grupo de sacerdotes sensibilizados ante esta realidad; y por el Obispo español del Callao, José Luis Palacio. A las 9.30 nos hemos desplazado hasta la Casa de Acogida para conocer su trabajo de primera mano. Unas cuadras antes de llegar hemos quedado con la hermana Meche, María Esther y Rosa en el Óvalo (rotonda) de la Perla, lugar especial porque allí tuvo lugar parte de la visita del Papa Juan Pablo II a Perú en 1984, por ello, hay una placa y un mural que lo atestiguan. Desde allí nos desplazamos a la casa en una zona deprimida del Callao. Una vez en la casa la hermana Meche nos ha explicado con detalle el funcionamiento y sentido de esta casa de acogida; y sus necesidades actuales. Sin duda, todos nosotros hemos quedado impresionados por la gran labor religiosa, jurídica y social que se realiza dentro de la misma casa. La hermana Meche ha compartido con nosotros sus retos más inmediatos así como sus necesidades más básicas. Intentaremos trasladarlas adecuadamente en España, y en nuestra propia diócesis, para poder colaborar con ellas con lo poquito que se pueda. Si Dios quiere, la hermana Meche visitará Madrid el año que viene y podría acercarse hasta Ávila para informarnos en primera persona. A las 13.30 horas nos hemos despedido de ellas para regresar a casa, empacar y salir hacia la casa de las Siervas de San José en Breña. Nos hemos reencontrado con ellas y a las 19 horas hemos tomado un bus hacia Chiclayo (allí a las 9 horas aproximadamente tomaremos otro bus de cinco horas para Pucará) con las hermanas Josefina, Celia y Rogelia. Ahora mismo son las doce de la noche y nos despedimos de vosotros desde el propio "ómnibus", donde contamos con wifi a ratos; y otras comodidades que no suelen encontrarse en nuestra tierra. Seguiremos narrando lo posible en estos días aunque desconocemos si contaremos con wifi a diario en Pucará. Un fuerte abrazo y gracias por vuestras oraciones y apoyo desde el otro lado del charco. Cerramos hoy la entrada con una frase de la exhortación que publicó el Papa Francisco recientemente, por su importancia actual y la relación con lo vivido en estos días: "Todos los cristianos estamos llamados a cuidar de los más frágiles de la tierra" (Evangelii Gaudium, no. 209)
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